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Sol

    Sol
    Como astro central y motor energético, el Sol marca los ritmos, movimientos orbitales y condiciones de vida de los mundos circundantes. Representa el equilibrio vivo de un sistema en constante evolución.

    El Sol es el astro central alrededor del cual orbitan los cuerpos de un sistema planetario. Es una estrella activa que irradia luz y calor desde su núcleo interno en continua actividad. Como fuente principal de energía, estructura los ciclos, climas y órbitas de todos los cuerpos ligados a él por la gravedad.

    Su luz, emitida en un espectro continuo dominado por la luz visible, ilumina las superficies sólidas y alimenta los procesos atmosféricos y biológicos de los mundos que reciben su radiación. Esta emisión proviene de reacciones internas que transforman la materia en energía, manteniendo un equilibrio estable entre la presión interna y la fuerza gravitatoria.

    El Sol se compone de capas concéntricas: una región central activa donde se produce la energía, una zona radiativa donde migra hacia el exterior, y una superficie visible desde la que la luz escapa. Más allá, capas difusas forman una vasta envoltura atravesada por flujos de partículas rápidas que interactúan con el espacio circundante.

    Su campo magnético, estructurado y cambiante, genera fenómenos dinámicos: manchas oscuras, bucles de plasma, erupciones y variaciones de intensidad. Estas manifestaciones, a menudo invisibles desde otros mundos, influyen profundamente en el medio espacial y en la estructura del viento solar.

    El Sol es un centro organizador, no solo gravitacional, sino también térmico y electromagnético. Influye en los movimientos planetarios, la distribución de las estaciones, la química de las atmósferas y el estado energético del espacio interplanetario. Actúa según ciclos largos y progresivos, dando forma a la evolución de todo el sistema.

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